jueves, 21 de febrero de 2008

mANIFIESTO fEMINISTA

La violencia de género es la primera causa de muerte en Europa para las mujeres de entre 16 y 45 años por encima incluso del cáncer de mama o los accidentes de tráfico. Este dato saca a la luz lo brutal e irreparable de un gravísimo problema social: la violencia hacia las mujeres.

No se trata de un problema surgido recientemente muy por el contrario, es una lacra de siglos. La violencia hacia la mujer es una de las más crueles expresiones de un sistema basado en la desigualdad, la opresión y la discriminación: el capitalismo. Un sistema que tradicionalmente alejaba a la mujer del proceso productivo y la relegaba a un exclusivo papel de reproducción dentro del marco familiar. De ahí que la división del trabajo haya confinado a la mujer durante siglos en el hogar. Y para justificarlo, el capitalismo, levantó toda un entramado ideológico que potenciaba la idea de que la mujer era inferior y estaba incapacitada para decidir su destino por sí misma.

Y aunque los malos tratos afectan a todas las clases sociales, el hecho de soportarlos durante años, de tardar una media de entre siete y diez años en denunciarlos, de morir a manos del maltratador tiene -y mucho- que ver con las condiciones materiales de cada mujer.

Son las mujeres de la clase trabajadora, las que trabajan de limpiadoras, de dependientas, de oficinistas, de maestras, de enfermeras, de camareras, de amas de casa... las principales víctimas del maltrato. La falta de independencia económica, de trabajo o la precariedad en el mismo, la dificultad de acceso a la vivienda o de recursos para hacerse cargo de ésta, son motivos fundamentales, que atan a las mujeres de la clase trabajadora al infierno del maltrato.

Durante mucho tiempo las mujeres trabajadoras del mundo entero han luchado para obtener el derecho al voto, al trabajo, al aborto, al divorcio... en protesta por unas pésimas condiciones de trabajo, por unos sueldos ínfimos, por la discriminación ante la ley, y contra las dictaduras militares, el fascismo y la guerra.

La lucha de las mujeres es parte de la lucha por desterrar de una vez por todas las injusticias de este sistema, que condena al hambre y la pobreza a una de cada cuatro personas en el mundo, que extiende la desigualdad social, el racismo y las guerras, sólo en beneficio de unos pocos.

Cuando desde el pensamiento único dominante se intenta desnaturalizar y asimilar a los movimientos sociales alternativos, es importante dejar claro que el 8 de Marzo es una jornada reivindicativa de las mujeres que tienen que ganarse el sustento cada día, de las amas de casa que llevan el peso de toda una familia, de las mujeres del tercer mundo que son víctimas de guerras, hambre, violaciones y torturas.

Según las últimas encuestas de población activa, cada vez el desempleo aumenta más para las mujeres que para los hombres. Dos tercios de todo el trabajo en el Estado español no están remunerados, y un 80% del mismo lo desarrollan las mujeres: todavía no se ha logrado que el trabajo del hogar -jornadas de más de ocho horas para la mayoría de las mujeres- sea considerado un trabajo y, por tanto, remunerado. Para este trabajo no hay vacaciones, ni puentes, ni fines de semana y muchas mujeres lo compatibilizan con el trabajo “fuera de casa”. El resultado es que la jornada real de trabajo de la mujer (56’7 horas/semana) es casi el doble que la del hombre (36’43 horas).

Datos recientes sitúan el desempleo femenino en el 24% frente al 12% del desempleo en los hombres. Siempre ha sido más difícil para la mujer encontrar empleo: su posible baja maternal, el tener que llevar adelante, en muchos casos, un hogar familiar, ... la convierten a los ojos de los empresarios en un trabajador “conflictivo”; no importa que según datos de la Seguridad Social las mujeres registran muchas menos bajas laborales que los hombres. El tópico está ahí y se refleja en que el número de contratos realizados a mujeres es siempre muy inferior al de los hombres.

Una vez conseguido el trabajo, no acaba la discriminación. Las mujeres perciben un salario medio inferior a un 25% al que reciben los hombres. Esta discriminación, que permanece inalterable hace años, se produce en todos los sectores de actividad y en todas las categorías profesionales, y tiene su origen principalmente en la desigual valoración del trabajo en la aplicación de los sistemas de clasificación profesional.

Además de los problemas laborales, todavía quedan batallas sociales por ganar:

El derecho al aborto libre y gratuito: todavía no hay completa libertad.
La lucha por la humanización de la mujer en los medios de comunicación: no sólo somos cuerpos, somos seres humanos, igual que los hombres.
La desigualdad en el lenguaje: la mujer desaparece de la historia en frases como “los franceses consiguieron derrocar al sangriento dictador”. ¿Y las francesas?.
Tenemos que conseguir verdaderas condenas ejemplares en casos de violencia doméstica, abusos y acoso sexual y reivindicar medidas contra los jueces que no las apliquen.
Las mujeres trabajadoras luchan por un feminismo de clase, de izquierdas. Las mujeres ricas no mueren intentando dar a luz, no necesitan guarderías gratuitas porque les sobra el dinero, y tampoco tienen porqué preocuparse de compatibilizar la casa y el trabajo, ya que muchas de ellas ni siquiera tienen que trabajar para vivir y poseen recursos suficientes para contratar un servicio doméstico.

Tenemos que tener claro que la división de la sociedad en clases y naciones y el dominio de la economía mundial por los grandes consorcios multinacionales privados es la causa del sufrimiento de la mayoría de la población.

Los problemas de la mayoría de las mujeres, la opresión que sufren, toda esta discriminación es parte de la opresión de la clase privilegiada sobre la clase trabajadora, opresión que se manifiesta más agudamente en ciertos grupos dependiendo de su sexo, color de la piel, nacionalidad, etc...

El capitalismo y el sistema de clases son la causa común de toda la injusticia, opresión y desigualdad dentro de la sociedad. Uno de los pilares fundamentales de este sistema es precisamente la división entre los distintos grupos oprimidos dentro de la clase trabajadora (mujeres-hombres, parados-empleados, inmigrantes-nativos, jóvenes-mayores…).

Usando la táctica del “divide y vencerás” consiguen que nos enfrentemos unos a otros para que no nos demos cuenta de que este sistema es el verdadero culpable. Por ello, la lucha de las mujeres por su emancipación es una lucha anticapitalista, una lucha contra el sistema patriarcal, una lucha por el socialismo.



AÚN QUEDA MUCHO POR HACER

El 70% de las personas que viven en la pobreza son mujeres.
Según las estadísticas sólo el 37% de la mujeres del mundo están económicamente activas, percibiendo las ¾ partes del salario medio masculino. Trabajando, en la mayoría de las ocasiones, como mano de obra barata.
Sin embargo, si tenemos en cuenta las actividades económicas no remuneradas (que son las que van ligadas íntimamente al desarrollo humano, como son la reproducción, el cuidado de los hijos y las hijas, los ancianos y ancianas) éstas suponen el 55% del trabajo que se hace en el mundo.
Según Naciones Unidas más de 2/3 de las 960 millones de personas analfabetas adultas de todo el mundo son mujeres.
Según la OMS cada año mueren medio millón de mujeres por causas relacionadas con el embarazo y el parto, el 99% de ellas pertenecen a los países en vías de desarrollo.
Se calcula que para el próximo año habrá casi 14 millones de mujeres seropositivas (el 50% de la población afectada), y aproximadamente, cuatro millones habrán muerto.
La circuncisión femenina que afecta entre 85 y 114 millones de mujeres y niñas en todo el mundo.
Según la economista Amartya Sen, se calcula que en el mundo “faltan” 100 millones de mujeres, porque han muerto prematuramente como causa de la discriminación y violencia.
En ciertos países se utilizan pruebas para determinar el sexo del feto; si es femenino, puede ser objeto de aborto. En Asia se llega al infanticidio femenino y se descuida la nutrición de las niñas.
Asimismo, y según Naciones Unidas, aproximadamente 1.500.000 menores, mayoritariamente niñas, se ven obligadas a ejercer la prostitución, algunas de ellas son incluso vendidas por sus propias familias.
El 80% de los 25 millones de personas refugiadas en todo el mundo son mujeres, niños y niñas.
Un tercio de los hogares del mundo están encabezados por una mujer. En América Central y en algunos países africanos la cifra alcanza el 50%.
Las mujeres sólo ocupan el 10% de los escaños parlamentarios y un 6% de los ministerios de cada país.
NO HAY SOCIALISMO SIN EMANCIPACIÓN DE LA MUJER NI EMANCIPACIÓN DE LA MUJER SIN SOCIALISMO.

No hay comentarios: