sábado, 23 de febrero de 2008

Feminismo de clase


La afroamericana Angela Davis, gran activista por la igualdad racial, sexual y económica; y especializada en el estudio de los mecanismos visibles y latentes del racismo, critica en sus libros "Women, Race and Class" y "Women, Culture and Politics" (en referencia sobre todo a la sociedad estadounidense, cuna del feminismo occidental) el dominio que sobre el movimiento feminista ejercen las privilegiadas mujeres blancas y las consecuencias que ésto tiene: la lucha por la igualdad es deficiente, hay un racismo latente, las preocupaciones u objetivos giran en torno a preocupaciones que responden a sus intereses de clase y no tanto a los de sus hermanas negras, latinas o asiáticas; así, las mujeres blancas de clase media pueden conseguir sus objetivos particulares sin por ello asegurar ningún progreso ostensible para las mujeres del Tercer Mundo o las racialmente oprimidas.

Es el viejo debate sobre si el feminismo debe ser o no un "feminismo de clase", que parece haber quedado totalmente aparcado desde que las clases dejaron milagrosamente de existir tras la caída de la URSS. En todo caso creo que un feminismo de clase, tendente a una jerarquización y a una valoración diferentes de los problemas, habría priorizado (por encima de la condena al sistema patriarcal dominante en gran parte del Tercer Mundo) la condena sistemática del ajuste estructural impuesto por el Banco Mundial y por el Fondo Monetario Internacional causante de una creciente pobreza y de la reducción de los servicios públicos y, como consecuencia, de la acentuación de una tragedia que, según parece, no capta lo más mínimo la atención del movimiento feminista occidental actual a quien aparentemente no interesa la mujer en su función reproductora.

Con lo anterior me estoy refiriendo al hecho de que se calcula que en el Tercer Mundo anualmente mueren unas 600.000 mujeres jóvenes (unas 1.600 al día) durante el embarazo y el parto, y mientras por cada una que muere aproximadamente otras 30 sufren infecciones, lesiones e incapacidades por la misma causa; lo que significa que por lo menos 12 millones de mujeres al año sufren durante el embarazo y el parto una serie de daños que tendrán un profundo efecto en sus vidas, y constituye sin duda "la mayor y más oculta tragedia de nuestros tiempos . . ., tragedia que podría aligerarse introduciendo métodos aceptables para todos los países y para todas las culturas". Sólo que esto requeriría de un trabajo mucho más oscuro y menos lucido que el que subyace a ciertas campañas sensacionalistas.

El mencionado "Women, Culture and Politics" recoge un artículo titulado "Women in Egypt" basado en la participación de Angela Davis en diversas conferencias y debates en torno al tema "Mujeres y Sexo" celebrados en El Cairo en 1985 y en el que se discutieron los temas tan del gusto occidental de la circuncisión femenina y del velo. Voy a recoger con entrecomillado, algunas de las opiniones emitidas por mujeres progresistas árabes y africanas sobre "esas salvadoras blancas, de clase media . . . que sólo defienden sus intereses y no los de las mujeres pobres (defienden el derecho al aborto pero se callan ante la práctica de la esterilizacion involuntaria a mujeres del Tercer Mundo) . . . y que siempre están prestas a caer en la actitud racista de creer que sólo con su ayuda conseguirán sus pobres hermanas negras salir de la opresión."

La Asociación de Mujeres Africanas para la Investigación y el Desarrollo, por ejemplo, señala:
"Esta nueva cruzada occidental (la antiablacionista) se basa en los prejuicios morales y culturales de la sociología judeo-cristiana occidental . . . en un intento de impactar en su público, han caído en el sensacionalismo y se han vuelto insensibles a la dignidad de esas mujeres que quieren 'salvar'. No tienen conciencia alguna del racismo latente que semejantes campañas evocan en países donde el prejuicio etnocéntrico está tan arraigado. Y en su convicción de que se trata de una 'causa justa', olvidan que estas mujeres de una diferente raza y una diferente cultura son también seres humanos, y que la solidaridad sólo puede existir desde el respeto mutuo y desde la autoafirmación." En opinión de la Doctora Elbaz, de la Asociación para la Solidaridad de las Mujeres Arabes, "la campaña occidental contra la circuncisión femenina crea la impresión de que ésta constituye el eje de la opresión de la mujer musulmana y de hecho distrae la atención de los verdaderos problemas de la desigualdad de las mujeres que no han hecho sino aumentar desde que Egipto estableció estrechos vínculos con EEUU e Israel. Esta actitud 'protectora' de las mujeres occidentales, además de mostrar una gran miopía por su parte, está relacionada con interiorizados mecanismos coloniales y con su sentido de superioridad. Ellas deciden cuáles son nuestros problemas, cómo debemos enfrentarnos a ellos, sin ni tan siquiera molestarse en adquirir las herramientas para conocer nuestras preocupaciones, sin conocer nuestra cultura, nuestro nivel de desarrollo. Nos oponemos a su modo de relacionarse con nuestros problemas."

Para la Dra. Zayat, respetada líder de causas progresistas, "es una ofensa que se insista en considerar el velo y la circuncisión femenina como las características más marcadas de la opresión de la mujer en Africa. Es lo único que se conoce de nosotras. Se nos define en términos de una sexualidad que nos es ajena. Todo ello refleja la internacional división del trabajo impuesta al Tercer Mundo por las países capitalistas occidentales . . . Queremos emanciparnos, queremos liberarnos, pero desde un punto de vista económico (es decir, añade A. Davis, enfrentándonos aisladamente a la desigualdad sexual no resolveremos los problemas asociados con el estado de dependencia económica de la mujer ni su exclusión del poder político)."

Según la Dra. Sadawi, pionera feminista, "la mutilación genital está condicionada por los elementos socioeconómicos. Su abolición universal sólo será posible en la medida en que se dé un proceso de integración de la mujer al trabajo (sólo un 10% lo tiene), se combata el analfabetismo (el 70% de la población femenina es analfabeta) y mejore su estatuto social. Y eso sólo lo podemos hacer desde dentro, desde una lucha que refleje las interconexiones complejas entre opresión económica, sexual y cultural a la que no es en absoluto ajeno Occidente."

Parece claro que para estas mujeres la opresión sexista no es una forma aislada de opresión que, una vez solucionada, trae consigo la liberación de la mujer, sino una de las formas que la explotación adopta, entre las que también hay que incluir el racismo, la xenofobia, la pobreza, la enfermedad, el hambre y, desde luego, el dominio cultural. El imperialismo (aunque se disfrace de humanitarismo) y su acompañante ideológico que es el eurocentrismo, tienen un papel de primer orden y las mujeres occidentales les hacemos flaco favor apoyando sensacionalistas campañas contra el velo o la mutilación genital que sirven para distorsionar la condición real de las mujeres árabes y africanas y, a la postre, para aceptar o justificar la flagrante injerencia occidental económica, política y cultural en el Tercer Mundo, al creer (aunque sea inconscientemente y sin mala intención) en la superioridad de nuestros valores y, consecuentemente, en nuestra misión civilizadora o salvadora frente al salvajismo y la barbarie.

Está claro que las citas anteriormente expuestas por mujeres no sitúan en el mismo plano, ni muchísimo menos, tándems del tipo imperialismo/velo-circuncisión femenina o pobreza/derecho a participar en el alarde o al orgasmo clitoridiano. Nos acusan de olvidar que con nuestra ética y nuestra moralidad, con nuestros vacíos eslóganes de humanitarismo, paz, civilización, democracia, estamos ocultando la "real politik" practicada por el imperialismo occidental, que no está causando sino más frustración y más miseria a las mujeres del Tercer Mundo. Se quejan de que no respetamos su cultura que, con sus prohibiciones y sus prescripciones, les ha servido para relacionarse socialmente, con la naturaleza y el conjunto del cosmos y que no puede ser sustituída de prisa y corriendo por la ideología occidental extranjera sin causar un gran desequilibrio (la introducción publicitaria del modelo de mujer occidental "liberada" les está causando, dicen, graves trastornos). Protestan por nuestra ocultación de la responsabilidad de la Iglesia que controla gran parte de los centros de salud de muchos de esos países y que ha prohibido los medios contraceptivos, contribuyendo a hipotecar su porvenir e incluso a propagar el SIDA.

Se podrá argŸir que del 85 aquí han pasado muchas cosas y que lo que se dice en este artículo y en los dos libros de Davis en general está ya "pasado". Opino justo lo contrario. El papel central que en ellos se atribuye a la penetración del neoliberalismo occidental en el empeoramiento de la situación de la mujer en esos países, expresado en términos socio- económicos y, por tanto, de género, no ha hecho sino aumentar, en cuanto que en estos 10 últimos años, las exigencias de privatización de lo público y de recorte de los gastos sociales por parte del boss occidental (lo que se llama 'ajuste estructural') han derivado en una aún mayor destrucción de las estructuras tradicionales económicas y sociales y consecuentemente en un empeoramiento del estatuto de la mujer, que ve desaparecer su función productora dentro de la estructura familiar clásica.

En todo caso, espero haber explicado la razón básica de otro artículo mio, anterior a este, en el que no pretendía otra cosa que introducir más elementos de juicio a la hora de debatir sobre la condición de la mujer en el Tercer Mundo, aprender a valorar mejor el sentido sensacionalista de ciertas campañas mediáticas y comprender que no podemos participar en ellas en el modo que quiere el poder, es decir, permitiendo que se utilicen para justificar moralmente cualquier intervención occidental.

Desde mi perspectiva, la mejor ayuda que podemos prestar a las mujeres del Tercer Mundo es condenar por principio y desde una posición abiertamente antiimperialista, todas las "intervenciones humanitarias" internacionales que no sirven más que a los intereses de las grandes potencias y que, encima, "maquillan" la creciente presión del BM y del FMI. Y apoyar sólo a aquellas organizaciones que defiendan proyectos reales de reconstrucción, solidarizarnos más con los movimientos de liberación, luchar contra esta reconstrucción de la autoridad "ética" del imperialismo y, desde luego, colaborar en la solución de las necesidades más reales y urgentes de esas mujeres como la reducción de la mortalidad y de los traumas por maternidad y otras enfermedades de la pobreza (la malaria, por ej.), bastante más prioritarias a mi entender que las campañas antiablacionistas, aunque no tan del gusto del sensacionalismo mediático y del gran público occidentales, metidos en plena cruzada anti-islámica. Tampoco nos vendría mal, de paso, atemperar algo nuestro etnocentrismo (la creencia de que nuestra representación del mundo es la más justa) y ese superior sentido misionero con que a los hombres y mujeres occidentales parece nos ha marcado la civilización judeo-cristiana.

SEXISMO, PATRIARCADO , GÉNERO Y SUBJETIVIDAD


Sexismo y patriarcado son dos conceptos que el movimiento feminista plantea en su vigencia. Desde esta perspectiva , entendemos por patriarcado “la manifestación y la institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y los niños, y la ampliación de este dominio masculino sobre las mujeres a la sociedad general”, el sexismo por otra parte es “la ideología de la supremacía masculina”( texto de Internet "Qué es el sexismo y cómo nos afecta”).

El concepto género, que irrumpe, también, a partir del quehacer (que luego se institucionaliza) de feministas de izquierda, introduce una dimensión interesante a tener en cuenta. Plantea que la construcción de lo femenino y lo masculino no responde a diferencias esenciales, naturales, entre uno y otro sexo sino que responde a la construcción cultural. Por ejemplo, género sería lo contrario al siguiente planteamiento “a partir del siglo 18, los cuerpos y la sexualidad se definen y regulan por la lógica de la diferencia metafísica: ser hombre o ser mujer es cuestión decididamente esencial, asunto que remite al orden divino y natural” (Kemy Oyarzún, en Escritura de la diferencia, LOM, Santaigo,2000.). Esta postura “ontológica”, es sostenida aún por muchos intelectuales, políticos, y seres de la calle diaria. ¿Por qué para nuestra “cultura patriarcal” los límites difusos son amenazantes? Pensemos que la intención de naturalizar el orden existente o hacerlo advenir de la creación divina son tácticas favoritas de la dominación…es cierto pero nos mantendríamos en el maniqueísmo característico de muchas tradiciones izquierdistas.

Vayamos a lo positivo ¿qué se afirma con esta ontologización de las diferencias sexuales? Para las feministas esto responde a que “el sistema sexo-génerico operaría como un sistema de castas en el seno de la pretendida movilidad de las sociedades de clases” (Julieta Kirkwood: Feminarios, citada pro K.Oyarzún). Pero podemos responder también desde la óptica que abre Foucault al plantear que cierta tradición de izquierda ha enfatizado que el capitalismo reprime la sexualidad con el fin económico de elevar la producción, obrebros/as con un fuerte “principio del placer” tendrían su “principio de la realidad debilitado, (ver H.Marcuse: Eros y civilización). Pero esta supuesta represión, este supuesto silencio, tienen, como contraparte toda una tecnología de la sexualidad, “scientia sexualis”, de hecho a partir del siglo 17 surge la “sexualidad” como tal. El objetivo era “poner el deseo en discurso”, la pastoral cristiana incentiva la confesión plena de todo pecado de la carne, perseguía “el efecto físico de bienaventurado dolor al sentir en el cuerpo las dentelladas de la tentación y el amor que se le resiste” (Foucault, Historia de la sexualidad, La voluntad de saber.) , los fines que persigue son la conversión y el retorno a dios. Junto a esto se comienza a emplear el concepto de población, con toda una economía política detrás que observará al sexo como lugar donde controlar (incentivar) el aumento de la población. Así mismo la medicina empieza a objetivar la sexualidad como campo de estudio. En fin, detrás de este silencio está toda la intención de nuestra “sociedad disciplinaria” de hacer hablar a la sexualidad, incentivando que sea el lugar de nuestra verdad. El objetivo final sería individualizarnos, imponer un tipo de subjetividad, “Esta forma de poder se ejerce sobre la inmediata vida cotidiana que categoríza al individuo, lo marca con el sello de su propia individualidad, lo ata a su propia identidad, impone sobre él una ley de verdad que él debe reconocer y que los demás tienen que reconocer en él. Es una forma de poder que trasforma a los individuos en sujetos. Hay dos significados de la palabra sujeto: sujeto a otro por medio de control y dependencia, y sujeto a la propia identidad por una conciencia de autoconocimiento. Ambos significados sugieren una forma de poder que subyuga y somete” (“El sujeto y el poder”, en Discurso, poder y subjetividad) Entonces es posible que la ontologización de las diferencias sexuales sea una forma de generar a este sujeto de la sociedad disciplinaria.

Sin embargo cómo se imbrican “poder, subjetividad, género, patriarcado y sexismo” son respuestas que no tenemos como discurso, en este momento, sin embargo sí las padecemos, como hombres o como mujeres. Se hace por ello necesario responder con actitudes que de algún modo nos lleven a suprimir las jerarquías entre los sexos, . El 1º paso es proponer aquello que verdaderamente nos hace individuales como individuos, aquello que trasciende a la subjetividad del control, sin dejarnos estar compulsivamente en esta “propia identidad” ya que nos alejaríamos patológicamente del vínculo con lo colectivo. No olvidemos que el mandato para los hombres es “no tener nada de mujer” y para la mujer es “ser absolutamente femenina”. Finalmente las exigencias del patriarcado son tan fuertes para la construcción de lo femenino como para la construcción de lo masculino. Me parece que no debemos caer en afirmar patológicamente una diferencia en contra de los hombres sino intentar plantearnos como indivduos-colectivos.

jueves, 21 de febrero de 2008

mANIFIESTO fEMINISTA

La violencia de género es la primera causa de muerte en Europa para las mujeres de entre 16 y 45 años por encima incluso del cáncer de mama o los accidentes de tráfico. Este dato saca a la luz lo brutal e irreparable de un gravísimo problema social: la violencia hacia las mujeres.

No se trata de un problema surgido recientemente muy por el contrario, es una lacra de siglos. La violencia hacia la mujer es una de las más crueles expresiones de un sistema basado en la desigualdad, la opresión y la discriminación: el capitalismo. Un sistema que tradicionalmente alejaba a la mujer del proceso productivo y la relegaba a un exclusivo papel de reproducción dentro del marco familiar. De ahí que la división del trabajo haya confinado a la mujer durante siglos en el hogar. Y para justificarlo, el capitalismo, levantó toda un entramado ideológico que potenciaba la idea de que la mujer era inferior y estaba incapacitada para decidir su destino por sí misma.

Y aunque los malos tratos afectan a todas las clases sociales, el hecho de soportarlos durante años, de tardar una media de entre siete y diez años en denunciarlos, de morir a manos del maltratador tiene -y mucho- que ver con las condiciones materiales de cada mujer.

Son las mujeres de la clase trabajadora, las que trabajan de limpiadoras, de dependientas, de oficinistas, de maestras, de enfermeras, de camareras, de amas de casa... las principales víctimas del maltrato. La falta de independencia económica, de trabajo o la precariedad en el mismo, la dificultad de acceso a la vivienda o de recursos para hacerse cargo de ésta, son motivos fundamentales, que atan a las mujeres de la clase trabajadora al infierno del maltrato.

Durante mucho tiempo las mujeres trabajadoras del mundo entero han luchado para obtener el derecho al voto, al trabajo, al aborto, al divorcio... en protesta por unas pésimas condiciones de trabajo, por unos sueldos ínfimos, por la discriminación ante la ley, y contra las dictaduras militares, el fascismo y la guerra.

La lucha de las mujeres es parte de la lucha por desterrar de una vez por todas las injusticias de este sistema, que condena al hambre y la pobreza a una de cada cuatro personas en el mundo, que extiende la desigualdad social, el racismo y las guerras, sólo en beneficio de unos pocos.

Cuando desde el pensamiento único dominante se intenta desnaturalizar y asimilar a los movimientos sociales alternativos, es importante dejar claro que el 8 de Marzo es una jornada reivindicativa de las mujeres que tienen que ganarse el sustento cada día, de las amas de casa que llevan el peso de toda una familia, de las mujeres del tercer mundo que son víctimas de guerras, hambre, violaciones y torturas.

Según las últimas encuestas de población activa, cada vez el desempleo aumenta más para las mujeres que para los hombres. Dos tercios de todo el trabajo en el Estado español no están remunerados, y un 80% del mismo lo desarrollan las mujeres: todavía no se ha logrado que el trabajo del hogar -jornadas de más de ocho horas para la mayoría de las mujeres- sea considerado un trabajo y, por tanto, remunerado. Para este trabajo no hay vacaciones, ni puentes, ni fines de semana y muchas mujeres lo compatibilizan con el trabajo “fuera de casa”. El resultado es que la jornada real de trabajo de la mujer (56’7 horas/semana) es casi el doble que la del hombre (36’43 horas).

Datos recientes sitúan el desempleo femenino en el 24% frente al 12% del desempleo en los hombres. Siempre ha sido más difícil para la mujer encontrar empleo: su posible baja maternal, el tener que llevar adelante, en muchos casos, un hogar familiar, ... la convierten a los ojos de los empresarios en un trabajador “conflictivo”; no importa que según datos de la Seguridad Social las mujeres registran muchas menos bajas laborales que los hombres. El tópico está ahí y se refleja en que el número de contratos realizados a mujeres es siempre muy inferior al de los hombres.

Una vez conseguido el trabajo, no acaba la discriminación. Las mujeres perciben un salario medio inferior a un 25% al que reciben los hombres. Esta discriminación, que permanece inalterable hace años, se produce en todos los sectores de actividad y en todas las categorías profesionales, y tiene su origen principalmente en la desigual valoración del trabajo en la aplicación de los sistemas de clasificación profesional.

Además de los problemas laborales, todavía quedan batallas sociales por ganar:

El derecho al aborto libre y gratuito: todavía no hay completa libertad.
La lucha por la humanización de la mujer en los medios de comunicación: no sólo somos cuerpos, somos seres humanos, igual que los hombres.
La desigualdad en el lenguaje: la mujer desaparece de la historia en frases como “los franceses consiguieron derrocar al sangriento dictador”. ¿Y las francesas?.
Tenemos que conseguir verdaderas condenas ejemplares en casos de violencia doméstica, abusos y acoso sexual y reivindicar medidas contra los jueces que no las apliquen.
Las mujeres trabajadoras luchan por un feminismo de clase, de izquierdas. Las mujeres ricas no mueren intentando dar a luz, no necesitan guarderías gratuitas porque les sobra el dinero, y tampoco tienen porqué preocuparse de compatibilizar la casa y el trabajo, ya que muchas de ellas ni siquiera tienen que trabajar para vivir y poseen recursos suficientes para contratar un servicio doméstico.

Tenemos que tener claro que la división de la sociedad en clases y naciones y el dominio de la economía mundial por los grandes consorcios multinacionales privados es la causa del sufrimiento de la mayoría de la población.

Los problemas de la mayoría de las mujeres, la opresión que sufren, toda esta discriminación es parte de la opresión de la clase privilegiada sobre la clase trabajadora, opresión que se manifiesta más agudamente en ciertos grupos dependiendo de su sexo, color de la piel, nacionalidad, etc...

El capitalismo y el sistema de clases son la causa común de toda la injusticia, opresión y desigualdad dentro de la sociedad. Uno de los pilares fundamentales de este sistema es precisamente la división entre los distintos grupos oprimidos dentro de la clase trabajadora (mujeres-hombres, parados-empleados, inmigrantes-nativos, jóvenes-mayores…).

Usando la táctica del “divide y vencerás” consiguen que nos enfrentemos unos a otros para que no nos demos cuenta de que este sistema es el verdadero culpable. Por ello, la lucha de las mujeres por su emancipación es una lucha anticapitalista, una lucha contra el sistema patriarcal, una lucha por el socialismo.



AÚN QUEDA MUCHO POR HACER

El 70% de las personas que viven en la pobreza son mujeres.
Según las estadísticas sólo el 37% de la mujeres del mundo están económicamente activas, percibiendo las ¾ partes del salario medio masculino. Trabajando, en la mayoría de las ocasiones, como mano de obra barata.
Sin embargo, si tenemos en cuenta las actividades económicas no remuneradas (que son las que van ligadas íntimamente al desarrollo humano, como son la reproducción, el cuidado de los hijos y las hijas, los ancianos y ancianas) éstas suponen el 55% del trabajo que se hace en el mundo.
Según Naciones Unidas más de 2/3 de las 960 millones de personas analfabetas adultas de todo el mundo son mujeres.
Según la OMS cada año mueren medio millón de mujeres por causas relacionadas con el embarazo y el parto, el 99% de ellas pertenecen a los países en vías de desarrollo.
Se calcula que para el próximo año habrá casi 14 millones de mujeres seropositivas (el 50% de la población afectada), y aproximadamente, cuatro millones habrán muerto.
La circuncisión femenina que afecta entre 85 y 114 millones de mujeres y niñas en todo el mundo.
Según la economista Amartya Sen, se calcula que en el mundo “faltan” 100 millones de mujeres, porque han muerto prematuramente como causa de la discriminación y violencia.
En ciertos países se utilizan pruebas para determinar el sexo del feto; si es femenino, puede ser objeto de aborto. En Asia se llega al infanticidio femenino y se descuida la nutrición de las niñas.
Asimismo, y según Naciones Unidas, aproximadamente 1.500.000 menores, mayoritariamente niñas, se ven obligadas a ejercer la prostitución, algunas de ellas son incluso vendidas por sus propias familias.
El 80% de los 25 millones de personas refugiadas en todo el mundo son mujeres, niños y niñas.
Un tercio de los hogares del mundo están encabezados por una mujer. En América Central y en algunos países africanos la cifra alcanza el 50%.
Las mujeres sólo ocupan el 10% de los escaños parlamentarios y un 6% de los ministerios de cada país.
NO HAY SOCIALISMO SIN EMANCIPACIÓN DE LA MUJER NI EMANCIPACIÓN DE LA MUJER SIN SOCIALISMO.

jueves, 7 de febrero de 2008

Red de mujeres indígenas sobre biodiversidad

Las Red de mujeres indígenas sobre biodiversidad (RMIB) las cuales tienen por objetivo: Promover y asegurar la participación activa de las mujeres indígenas en todos los procesos internacionales pertinente al medio ambiente, puesto que las mujeres indígenas somos las guardianas, protectoras, trasmisoras de los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas de generación en generación. Buscamos promover el rol fundamental en la conservación y uso sostenible de la diversidad biológica. La RMIB se ha reunido el día viernes 18 de Enero, en Ginebra Suiza, con todas las regiones para analizar el avance de las mujeres indígenas en el proceso del CBD (Convenio diversidad biológica).

Durante este periodo de la Sexta reunión del grupo de trabajo especial de composición abierta sobre acceso y beneficios de la convención de diversidad biológica (CDB) que tuvo lugar entre el 21 al 25 de enero.

La red de mujeres indígenas sobre biodiversidad tuvo una activa participación en el grupo de trabajo, y en sus intervenciones sobre la elaboración del Régimen Internacional ha planteado que el principal objetivo del mismo debe ser:

“Proteger los conocimientos tradicionales y recursos genéticos asociados de los pueblos indígenas incluyendo sus productos y derivados para evitar su apropiación indebida”.

Para proteger se deberá crear mecanismos y condiciones dentro del mismo régimen que garantice los derechos de los pueblos indígenas como PIC culturalmente apropiados. De esta manera consideramos se estará avanzando en el cumplimiento de los objetivos del CDB y de los objetivos de Art. 8j.

En cuanto a creación de capacidades solicitaron que se incluya dentro de las propuestas a ser adoptadas lo siguiente: Las partes apoyaran iniciativas de mujeres indígenas para la creación de capacidades y el intercambio de experiencias sobre el 3 er . objetivo del CDB y otros temas relacionados.

Esto lo solicitamos en base a que debido a que si no hay creación de capacidades es difícil que se pueda negociar acceso a recursos genéticos y conocimientos tradicionales en el reparto equitativo y justo de la utilización de los mismos. Además pronunciaron su preocupación debido a que algunas

Partes han expresado que el régimen incluiría a “todos los recursos genéticos” y por lo que expresa el documento UNEP- CDB-WG´-ABS´5´2 Ítems ámbito punto 6 “El régimen internacional no se aplica a los recursos genéticos humanos” Enfatizaron que el régimen internacional no se debe aplicar bajo ningún punto de vista a los recursos genéticos humanos, pues esto atentaría contra la vida . . Hortencia Hidalgo Miembro de la RMIB hortenciahidalgo@ gmail.com . Ginebra - Suiza Enero del 2008

miércoles, 6 de febrero de 2008

Empresarias, sí o sí

Noruega ha logrado un éxito sin precedentes en su plan de igualdad: el 80% de las empresas cuenta ya con un 40% de mujeres en sus consejos de administración
07-01-2008 - El reloj de la igualdad noruega dio sus últimas campanadas el pasado 1 de enero, la fecha límite para que las grandes empresas cumplan con la ley pionera que les obliga a contar con -al menos- un 40% de mujeres en sus consejos de administración. A falta de datos definitivos, el Gobierno calcula que cerca del 80% de las empresas que cotizan en bolsa cuentan ya con el mínimo requerido, aunque sacar adelante esta iniciativa, que ha contado desde el principio con la oposición de la patronal, no ha sido fácil para el Ejecutivo socialdemócrata noruego.
En las últimas semanas se ha producido un aluvión de consejos extraordinarios en las empresas que han tratado hasta el último momento de evitar quedarse fuera de la ley. Otras compañías podrían los tribunales y enfrentarse al cierre como sanción, y hasta cerca de 80 han optado por cambiar de forma jurídica -los sociedades limitadas están exentas- para burlar la ley. Aún así, el Gobierno de Oslo está convencido de que el sistema de cuotas que hace más de tres décadas impuso en los cargos políticos es la única vía para romper el llamado techo de cristal de las mujeres y lograr una sociedad más democrática.

"Más del 50% de los licenciados son mujeres. No entendemos por qué tienen que quedarse fuera del proceso de toma de decisiones. Hay que utilizar todos los recursos humanos del país, no sólo la mitad de ellos", explica la ministra de Igualdad noruega Manuela Ramin-Osmundsen en una entrevista telefónica. "Los hombres tienden a elegirse entre ellos porque es lo más fácil. Se conocen, han estudiado juntos, son amigos...", dice, por lo que cree que sin medidas coercitivas el cambio no sería posible.

Las cifras le dan la razón. Mientras que hace dos años el porcentaje de mujeres en los consejos de administración de las empresas rondaba el 15,5%, esa cifra alcanzó el 33,9% en diciembre pasado tras meses de puesta en práctica de la ley, aprobada por el Gobierno anterior en 2003.

La norma, dirigida a las grandes sociedades anónimas además de a las empresas públicas, y que en total obliga a unas 500 compañías, no es una medida aislada sino una pieza más de la premeditada maquinaria política y legal que ha convertido a Noruega en la meca de la igualdad. Este rico país de 4,7 millones de habitantes fue el primero en Europa en permitir el voto a las mujeres en 1913. La paridad en los gobiernos data de finales de los sesenta, pero los puestos directivos han sido, sin embargo, un bastión masculino hasta la promulgación de la ley. A ésta no le faltan tanto defensores como detractores, aunque sin duda cambiará el panorama empresarial del país.

Sigrun Vageng, directora ejecutiva de la confederación de empresarios noruegos (NHO), figura entre los detractores. Vageng piensa que las empresas "tienen que ser libres" para elegir sus consejos de administración. "Pero la mayoría del Parlamento aprobó la ley y desde esta semana la tenemos que cumplir. Así que en vez de luchar a la contra hemos decidido ver qué podemos hacer para que nuestras empresas cuenten con las mejores ejecutivas", afirma.

Haciendo de la necesidad virtud, la patronal puso en marcha el programa Female Future (Futuro Femenino) por el que ya han pasado unas 600 mujeres en puestos de responsabilidad que han recibido la formación necesaria para formar parte de un consejo de administración. Y, tal vez lo más importante, a esas mujeres se les ha puesto en contacto con presidentes de las grandes empresas para que se conozcan y tratar así de ampliar los círculos de contratación masculinos. Un 60% de las mujeres que participaron en el proyecto recibieron una oferta para entrar en un consejo de administración, según la NHO.

A sus 39 años, Kari Nicolaisen es una de las 600 que recibió la formación. A esta directiva de Ringnes AS, la mayor compañía cervecera y de refrescos del país, no le hace ninguna gracia que la ley obligue a contratar mujeres. "Yo no estoy a favor de que se elija a alguien por ser mujer. Yo quiero que me elijan por mis méritos". A renglón seguido vienen los peros. "Pero la realidad es que los hombres terminan eligiéndose entre ellos. Se sienten más cómodos relacionándose con sus códigos".

A pesar de haber participado en Female Future, Nicolaisen no tienen intención, al menos de momento, de subir en el escalafón empresarial. Tras el nacimiento de su tercer hijo disfruta del mínimo de 10 meses de permiso de maternidad que le permite el Estado. ¿Le resulta difícil conciliar las responsabilidades profesionales con la vida familiar? "La clave está en la flexibilidad que cada vez ofrecen más las empresas noruegas. En mi empresa a nadie le importa si yo voy a la oficina o no o cuántas horas echo allí. Lo que les importa son los resultados y que haga bien mi trabajo. Eso me permite avanzar parte del trabajo desde casa cuando lo necesito. Me levanto a las seis de la mañana para luego poder estar con los niños hasta que se van al colegio. Luego puedo estar con ellos por la tarde y cuando se acuestan trabajo otro poco".

Suecia, Alemania y otros países europeos tienen sus ojos puestos en la experiencia noruega, que podría traspasar fronteras en los próximos años. Cierto es que el caso de Noruega es excepcional ya que, con una tasa de desempleo en torno al 1,6%, hace muchos años que los empresarios noruegos se han visto obligados, les gustara o no, a contratar mujeres, simplemente para poder llenar puestos vacantes. También es cierto que las cotas de bienestar y una amplia red de guarderías facilita la conciliación de la vida familiar y la laboral. Pero no es menos cierto que estos factores han resultado hasta ahora insuficientes para que las noruegas rompieran de una vez por todas su techo de cristal.

La norma española pide paridad a las empresas, pero no les obliga


La ley de Igualdad aprobada en España hace poco más de un año sólo se atrevió a exigir a las empresas de más de 250 empleados a negociar planes de igualdad -sin obligar a llegar a acuerdos-, y a decir que las compañías cotizadas en bolsa "procurarán" la paridad en sus consejos de administración en un plazo de ocho años.

El porcentaje de mujeres en los consejos de administración de las empresas españolas era este verano del 6% -una mujer por cada 15 hombres-, según un estudio realizado por EL PAÍS, aunque un año antes había una por cada 25 hombres.

Las medidas de la ley de Igualdad y la presión social van ofreciendo tímidos avances de este tipo, pero la situación es aún muy precaria. La tasa de paro femenino casi duplica al masculino y el sueldo de una mujer representa, de media, entre el 64% y 76% del de un hombre.

ANA CARBAJOSA